domingo, 12 de febrero de 2012

Sobre-ruedas

En el momento en que te tomo y pedaleo comienzan las estrellas para mí. Todo brilla, todo destila un haz de luz. Porque andando en bicicleta me transformo en un astronauta de las calles. Me empapo de todos los aires posibles de todos los lugares misceláneos, las nubes se tornan en espumas pasajeras que circulan conmigo, sobre mí, en mí, mí. Y los árboles, ¡Oh, mis amados árboles! Se mimetizan en un único paisaje visual y su circularidad revisten mis ojos por todo el trayecto.
Navego, me inyecto en cada rincón sin miedo y adrenalina. Vuelo. Sí, vuelo con mi cuerpo entre los dinteles de las casas, de las plazas, de mi imaginación. Extiendo mis brazos, ahora son alerones gigantes que controlan mi (v)ida, guiando mi andar. Las ruedas son el cable a tierra que, a cada paso, se convierten en un caracol girando y girando como un timón. Ya no hay división molecular, ya no hay humano ni maquina, somos La.
En el camino todo baja y sube, es como inhalar y exhalar, como agua y aceite, como vos y yo. Mi fiel compañera somos una epopeya rodante, imprimimos las huellas de nuestra existencia en el pavimento, sonreímos en vez de aplaudir. Ellos nos ven, nosotras vamos buscando esa alegría pasajera, el romper con el cosmo, con el aire que se nutre de nuestras caras.
A tu lado, encima de vos, abajo mío, en vos, sobre vos, con vos no hay nadie que nos pare. A donde quiera voy, no hay límites, no hay final, siempre en movimiento, en acción aunque suene el radiotransmisor de mis piernas. Al final, en la batalla entre el placer y la astenia de andar en bicicleta siempre ganan mis deseos de perderme en el universo de asfalto, en esa tierra que parece cielo, en el que mi impulso es una burbuja que se va, se va...
Aire con ruedas,
¿me llevas?

viernes, 10 de febrero de 2012

For you.

Extendés tus brazos, pero no es recíproco.
No hay que responder a la puerta -me decís, mirando en dirección a la puerta. -Estamos solos -. Pero yo sé que no es así, que nos está mirando, que él está ahí.
¿Tenés miedo de que nos descubran? -pregunta con una sonrisa.
No, porque ya está acá adentro. Está parado enfrente nuestro.
¿Quién está parado a nuestro lado? -pregunta preocupado.
Mi papá.

Los dos están solos en la habitación, aunque ella tiembla y él no sabe por qué.

viernes, 3 de febrero de 2012

(Goteo)

(Tapa de inodoro baja)

Sentada.
Mis pies encima de.
Me digo
(con la voz quebrada y suave):
dejá de pensar,
dejá de pensar
de-já-de-pen-sar.
Se vuela un dormite.

miércoles, 1 de febrero de 2012

Chewing box

Deslicé mis dedos entre los distintos objetos de la caja. Sabía que me introducía a un terreno pantanoso, pero aun así estaba tranquila. Ya nada me asusta de aquel pa-sa-do -pensé para mis adentros. Saqué, con mucho cuidado, las fotos y el CD que me había regalado la última vez que me susurro te amo. Parpadeé rápidamente con mis ojos y tragué hondo (ahora sí tenía miedo).
Mis músculos se paralizaron.
te dije que era una mala idea revisar estas cajas.
lo sé, pero a veces me gusta jugar a la arqueóloga conmigo misma.
Cerrar paréntesis,
punto aparte.

Examiné con cuidado las imágenes. En cada rostro un gesto distinto, un pedazo de vos. ¿Sabías que los aborígenes creían que las fotos robaban el alma de las personas? Muchos dicen que están locos, yo digo que tienen razón. Cada vez que te miraba sentía tus ojos de avellana rodeando mi figura. Perturbador. Confieso, también, que en ese momento me dieron tantas ganas de -miento en realidad- de nada.

¿Me creerías si te dijera que es la primera vez, en tanto tiempo, que pienso en vos? La cuestión es que no sé porque la gente recuerda, nadie quiere admitir que cae en la tentación de "pensar en alguien" ya que implica olvidar y despertar a menudo de ese olvido, como diría mi amigo Roland.

¿Querés saber cuál fue la peor parte? Cuando abrí el envoltorio del CD que hiciste para mí y que solamente escuché una vez. De todos los regalos que me hiciste es al que menos le tengo cariño, simplemente, porque siempre lo consideré un fracaso total de cariño. De tu cariño. Una resignación, quizás. La cuota de tragedia es que de todos los objetos es el único que conserva tu sabor, tu esencia. Tu vo(s)z. Nunca me imaginé que un olor perdurara en forma de siempreterno. Lo olí con lástima, más aun, con nostalgia de volver a respirar lo que alguna vez me encandilo. Diligente, cerré mis ojos e inhalé tu perfume para transportarme. No sabía adonde (sí sabía).
Con pleitesía permití que la caja me tragara por completo.