viernes, 20 de diciembre de 2013

Silla de madera

Cruzo rombos en mi hoja,
imagino que así será tocar tu pelo
estrechar tu mano.

Sigo dibujando, son garabatos
o quizás son mis pensamientos hablando.
Es una incógnita con sentido
son yo siendo externa,
diciendo "Hola, acá estoy
soy la que está sentada en la silla
esperando no sé qué".
Pero esperando.

martes, 17 de diciembre de 2013

¡Déjalo fluir y la re-contra que te pario!

"Tómalo con calma". ¿Qué carajo significa eso? ¿Qué, me tengo que comprar una caja de rivotril y cada vez que lo vea cruzar, ingiero una pastilla para prevenir? O ¿es una bebida que se compra en cualquier chino? Hasta la psicóloga me lo recomienda. No te das cuenta de que si yo me tomaría las cosas con calma, vos no cobrarías cada 15 días $150 por hora -no de mi parte, por lo menos-.

Y ¿qué es eso de tenés que leer las señales? No sabía que viabilidad se encargaba de colocar carteles en el rostro de la gente. ¿Están en forma de stickers o simplemente son jeroglíficos indescifrables en forma de gestos? Además, ¿qué gestos significan "estoy disponible", "te quiero dar", sos un "te toco y me voy" o "adiós para siempre"? Si existen esas señales, al parecer algunos somos ciegos o no sabemos leer. ¿Hay algún seminario o cátedra a la que uno pueda ir para aprender a descifrar códigos?

Pero lo que más me indigna de ésta situación es el vivir bajo el régimen posmoderno del "déjalo fluir". ¡Maldito Feng-Shui! Me resisto a dejar fluir mis emociones como si fuera agua de pozo. ¡Fluir, qué analogía más estúpida! Prefiero el impacto o la acción desesperada, el movimiento sincero. Pero la posmodernidad consume todos los frentes. Me molesta esa ida y vuelta infinita (histérica) que se produce entre un vos y un otro receptor de mecanismos torpes e insinuantes de "me gustas". Y he ahí la tragedia, somos libres, tan intermitentes, tan "dejo que todo fluya" que tenemos que orquestar una serie de situaciones para saber si el otro compró la gracia de uno y está dispuesto a jugar en la misma cancha. Todo es implícito, todo es una adivinanza y la pregunta es para qué y, por último, por qué.

Al parecer era mucho más fácil ser un moderno. Los modernos no eran románticos, los modernos cual conquistadores realizaban el famoso "acto de cortejar" explicitando sus intenciones. Como diríamos en la actualidad "te la hacían corta". Hoy, año 2013, es fíjate qué onda, tantea la situación, evalúa las señales. ¡Puta madre, no! ¿Por qué hay que seguir esos designios, eh? Adoraría ser reseteada y que me incorporaran esa lógica moderna para operar en el amor, aunque con la informalidad propia de mi siglo (sí, es mi costado Feng-Shui hablando). Porque la realidad es que no soy buena jugando a las adivinanzas y soy demasiado miedosa para hacer el ridículo. Soy de los que piensan que debería haber nacido en otro tiempo o tal vez debería comprar un libro para dummies. "Cómo darse cuenta si el otro está interesado en vos o no para dummies", pero estimo que es muy largo ese título y por eso no existe.

viernes, 13 de diciembre de 2013

Secuencia

Camino obnubilada entre la gente,
en una especie de off espacial. 
Soy fantasma en mi propio cuerpo
no estoy para mí
aunque me muestro para el resto como ese rey que creyó tener una capa invisible,
desnudos estamos los dos.

Camino en una marcha progresiva,
lenta, acentuada
quizás hasta en forma de aire,
en tanto que adentro soy una locomotora
soy eléctrica:
me tocás y soy relámpago dispuesto a impactar
todo en ebullición
dilatado
rojo-hinchado. 
Exploto y me convierto en mar,
las olas en remolino cubriendo la luna en cuarto menguante,
da a ritual.
Pero esa es su naturaleza,
es la repetición 
de observarte alejándote,
quedándome en el lugar proyectando mi mirada al vacío
sufriendo la ausencia galopante de tus pasos
e iniciando la mustia inquietud de preguntarme cuándo volverá a acontecer la secuencia
de verte llegar o partir
de verme acabar en tu saludo.