miércoles, 18 de julio de 2012

Condena

Espanta tu prolijidad de museo. 
Esa que tiñe tus cabellos de una solemnidad horrible, 
que recuerda que las Cruzadas fueron en vano,
que el sacrificio en la cruz fue la verdadera blasfemia.


Única e irreemplazable.
Pieza de coleccionista obsesionado,
en tu repugnante fragilidad está la cicatriz de lo imperfecto.


Sos el placebo del malestar cultural,
conducís al suicidio cuando a vos se te acabo el amor,
cuando te aburrís de ser la perdición.
Te deberían llamar Wanda, pero sin ser Venus.
Sin pieles.


En tu lecho de muerte diré:
tus artimañas eran tu receta magistral,
si moriste es porque viste tu fealdad interior en el espejo,
o quizás en los ojos de un cuervo.


No hay comentarios: