jueves, 16 de abril de 2009

Historia

No quería lastimarlo. No podía y menos a una persona a la cual amaba tanto. Pero sabia que tenia que tomar una decisión, la decisión más importante de su vida, quizás (ella era aún muy joven) pero no sabia de que forma evitar su dolor.
Y así comienza su historia. Esa mañana Caterina Join se había despertado pensativa, era algo poco usual en ella pero ultimamente los sueños y acontecimientos de su vida la hacían recurrir a ese acto doloroso, y a la vez, tan útil. Pensaba en silencio, él aun estaba durmiendo. ¿Por qué no creo enteramente en sus palabras? Debería, creía Caterina, después de tanto tiempo él sigue diciendo que me ama pero a veces es tan difícil. Lo miró y cuando pienso que va a decir algo que realmente quiero oír se queda callado. Lo desteto a veces por eso, porque no llego a saber si realmente siente lo que dice o si me quiere de la misma manera que yo. Suspiró y como resignandose a sus pensamientos volvió a suspirar, sabia que algo andaba mal. Nuevamente otra pregunta difícil de evocar surgió de ella-¿como hacen las personas que permanecen junto a otra por mucho tiempo, para sentir esa primera felicidad o la magia del primer momento juntos? Esa primera vez en que tu corazón habla incoheremente y no podes parar de balbucear lo que sentís e inmediatamente en tu interior sentís que todo estalla de emoción. Somos todos una bomba atómica en el amor-y mientras lo pensaba una mueca difusa se armo en su boca, simulando una sonrisa. Mientras lo observaba dormir ella sintió-en algún momento esa bomba causara daño.
Esa mañana cuando Roger se levanto a las 10hs observo que Caterina no estaba durmiendo. Extraño, pensó, Caterina detestaba levantarse temprano y mientras se dirigía hacia la cocina encontró en la hermosa comoda estilo hindú que habían comprado hacia dos años atrás, una nota de ella. La nota, escrita de manera totalmente incoherente decía:

Hoy no voy a regresar.
No puedo engañarme más y menos a vos. La paciencia hacia una vida en la cual no creo más, se agoto. La cotedianidad de nuestra historia me dejo cero de amor. El frió de tu amor heló toda posibilidad de creer en lo eterno y aun así yo siento un gran amor por vos. Te amo pero no puedo estar más a tu lado, me voy.


Desesperadamente Roger se vistió y desorientado camino por las calles tratando de averiguar donde podría estar Caterina. No sabia que hacer, no entendía porque ella se quería ir de su lado, miles de veces le rogo a él para que no se fuera, para que no la dejara y ahora ella locamente se apartaba de él. ¡La odio!-grito en medio de la calle y acurrucándose en un rincón se sentó a pensar en Caterina. La hermosa cara de Caterina en primavera, sus vestidos de navidad, los días de picnic en la plaza, aquella sonrisa conmovedora de niña que a veces emanaba y que hacían sentir a los demás que todos eran especial porque ella les sonreía así. En ese momento inconsciente Roger recordó lo que Caterina siempre le decía cuando en las noches de invierno ella lloraba acurrucada en sus brazos, pensando en el futuro-si alguna vez te dejo lo voy a hacer en el mismo lugar en que te conocí porque es una manera de cerrar todo lo que vivimos, ¿no lo crees?- por primera vez la entendió y rápidamente fue al lugar donde la conoció.
Caterina mientras tanto, estaba sentada placidamente en una de las mesas del restaurante en donde había conocido a Roger. Lloraba y sonreía, sabia que lo que estaba por hacer la iba a lastimar para siempre pero no creia que él estaba enamorado de ella. En su interior pensaba-¿algún día me iras a amar con la misma intensidad que yo?- no quería saber la respuesta, ni siquiera se atrevía a preguntarle si estaba enamorado de otra persona. Creía que el único error de las parejas era preguntar sobre el pasado, al igual que el único acto correcto para hacer era preguntarse quienes eran y quienes son. Por eso en cierta forma, todo lo que estaba aconteciendo era culpa de ella, ella había cometido el único error que se puede cometer y lo peor de todo es que ella estaba enamorada enteramente de él. Ya no quedaba nada por hacer simplemente irse. En eso diviso a través del ventanal del restaurante a Roger. Sabia que él iba a venir por eso inmediatamente se compuso y maquillo sus lágrimas. Fugazmente él entro, ni siquiera espero a que el mozo le preguntara que quería y se avalanzo hacia la mesa donde estaba Caterina. -¿Qué haces Caterina? ¡¿Me queres matar?!-Exclamo Roger de manera furiosa pero triste. Calmate, suspiro ella mientras que le pedía al mozo un vaso con agua. Sin preámbulos él pregunto- ¿por qué te queres ir, por qué me queres dejar?, ¿acaso no te hago feliz? Yo te quiero no podes dejarme así no más. ¡Habla!- Roger realmente estaba nervioso. Calmadamente, tomando el té que había pedido, Caterina emano sus primeras palabras- porque no puedo estar a tu lado sin dejar de pensar. Trémulo y sin palabras la miro hondamente, no comprendía lo que esa frase quería decir. Explicame, le exigió asombrado. Como la profesional que era Caterina (era escritora) dulcemente y de manera un tanto maliciosa le explico- cuando digo que te amo es porque realmente lo siento, exactamente en ese mismo momento te miro, te miro como buscando una palabra de afecto o cargado con el mismo cariño que los mios pero en cambio vos, vos te quedas mirándome. Te digo que estoy enamorada de vos y siento que desvías tu mirada no sabiendo que hacer ante mis palabras. Cobarde diría yo, te propongo una vida de sueños y vos accedes sin darme la seguridad de querer esa vida conmigo, me enfrías. Es en ese mismo instante en la que yo también desvió mi mirada, trato de no quererte un poco más pero es inútil, ya no puedo odiarte. Me conformo con lo que me demostras, y nuevamente te sonrió haciéndote creer que todo esta bien cuando en realidad no es así. Se nota que te falta aprender a comprender, no te culpo el corazón de una mujer es como un gran océano nunca se llega a ver el final. Por eso me voy- y siendo esas sus ultimas palabras se levanto. Anonadado por lo acontecido él la siguió y finalmente, después de todo de manera incrédula él le pregunto-¿por qué te vas?. Ella sonriendo cálidamente, como presuponiendo que él le preguntaría respondió-porque quiero saber si siempre estoy enamorada de vos- y como si fuera una hoja de otoño más volando en la brisa, ella desapareció entre las calles.

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