La verdad es que mi felicidad reside en ver crecer y morir la naturaleza, en comer un caramelo de mi infancia, en ver el cielo claro, en escuchar una canción alegre y en la sonrisa de un niño, en especial la de mi sobrino. Sin embargo, nada de esa felicidad proviene del amor porque ya no reconozco ese sentimiento en mí.
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