martes, 10 de enero de 2012

Efemérides

Y se dijo a sí mismo, recorriendo con su mirada la habitación para buscar su presencia en el sillón: "si no te veo es porque quizás no existís. Incluso, apuesto a que jamás exististe y fuiste simplemente una creación de mi imaginación y paroxismo veraniego". Trató, inútilmente, de conformarse con ese pensamiento. Encerrado en su efemérides se transportó a los posibles lugares en que ella podría estar. Como un tahúr en plena acción, se decía hoy debe estar en la playa comiendo melones con sus amigas. Hoy debe estar en Inglaterra jugueteando con la cámara y la arquitectura de algún cementerio. Hoy debe estar en las montañas soñando con volver a ver las olas romper contra el risco, las olas contra sus pies. Entonces, absorto en las pinturas que hacia de la vida de ella, se durmió pensando que todo estaba bien. Ella estaba bien.

Mientras tanto, en un rincón de la misma ciudad, ella examinaba minuciosamente la lista de todo lo que iba a llevar a la playa. Volaba con sus cabellos por los distintos objetos del departamento y los acariciaba con sus yemas para dejar las marcas de su personalidad. Este vestido es para el sábado -balbuceaba en sus adentros. Este collar combina con mis sandalias -balbuceaba, nuevamente, en sus adentros. Este, éste, éste, éste. Su lista parecía obsoleta ante tanta preparación mental.

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