sábado, 5 de octubre de 2013

Elefantes blancos

Marcha lenta.
La estampida de elefantes africanos no avanza,
el circo despliega su carpa
y los arlequines entretienen la tarde.
Un flautín y varias guitarras españolas tejen sus artimañas
y uno de ellos -poseedor de tristeza- comienza a cantar:
-"Yo les contaré porque los elefantes detuvieron sus pasos.
Nuestros animales son sabios, 
saben que sus patas no pueden competir contra los rieles del tren
y que pronto el rumbo dependerá de la ciencia.
Magia nueva,
arrastra el tiempo contra nuestra voluntad.
Ellos saben, 
yo lo vi en sus ojos, 
que nuestras flores se marchitarán en cautiverio
que ya no existirá la libertad porque lo reemplazarán con algo llamado democracia
y que tanto nuestros hombres como mujeres estarán condenados a vivir historias de amor histérico
cuyo símbolo del secreto amoroso será el sauce llorón.
La leche de nuestras madres se volverá negra
y nutrirá la maldad de algunos hombres y mujeres;
les temeremos, 
nos sodomizarán con imágenes de placer
y nos esclavizarán a través del terror.
Detenernos es el paso previo a la meditación,
apunten sus mentes y disparen sin miedo
sigan el olor del incienso
y podrán volver a vivir
las tardes escalando árboles,
el humo de sus pipas
la ensalada de manzanas verdes y dátiles
el suave contacto entre una textura y otra
fundiéndose con calor.
Venceremos la agonía
y si queremos, rosas blancas crecerán en el desierto".

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