martes, 23 de febrero de 2010

Astrud Gilberto

Es la ultima función de la noche, sos el ultimo acto pero no te importa, ni siquiera te atemoriza. El escenario es lo suficientemente amplio como para intimidar al mejor, las luces cálidas que caen desde el techo apenas iluminan al público critico que se encuentra está noche y el telón que separa lo real de lo ficticio, no se cierra hasta que la obra haya terminado. Tras bambalinas los demás participantes, envidiosos lanzan filosos comentarios para atraer el miedo a los otros concursantes, pero en tu caso es diferente. Los comentarios son utilizados por vos para demostrar que sos mejor, que podes brillar a pesar de ser atacada por las insulsas frases de tus contrincantes. Te dan ganas de demostrar que nadie ni nada va a interrumpir tus sueños.
Sin embargo, sos un manojo de nervios en tu interior a punto de estallar. Ansiosa por salir al escenario, tus manos empiezan a sudar y tu mente se torna en una pagina en blanco, sin permitir que la letra de tu canción se borre de la memoria. De repente tu nombre es mencionado por el micrófono, tus palpitaciones aumentan considerablemente, tanto que en el abrazo se puede sentir tu corazón junto al pecho de él. Se nubla tu mirada, pareces poseída por todo lo que acontece a tu alrededor, pero tu vestido de gala rojo refleja tu actitud desafiante y la confianza que posees en tu alma. El presentador te da el pie para salir a escena, caminas con pasos firmes sin perder la delicadeza que resalta tu adorable persona. No obstante no miras al público, es como si te gustara permanecer encegecida, de hecho, unos días antes le confesastes a él que no te gustaba mirar al publico, porque ninguno de los que estaba sentado enfrente era alguien especial para vos.
De fondo comienza a sonar la música, te quitas el pañuelo que envolvía delicadamente tu cuello y te vendas los ojos. Realmente se nota que no te gusta el publico y que te gusta impresionar a quienes te pueden observar; ahora no solo tu hermosa figura es la que impacta, sino todo lo que creas para el espectador. Sonreís con gracia y con un poco de malicia, sin la necesidad de ver, podes notar que todos están sorprendidos. De la nada, pero ya premeditado, empezas a cantar. Tu poderosa voz entona los primeros versos de la canción, logras estremecer de inmediato a quienes te están escuchando ya que el sonido cautivante de tu voz penetra de manera suave y romántica en los oídos de los demás. Apenas gesticulas con tus manos, todo lo maravilloso del acto recae en la profundidad de tu voz y lo que haces con ella. Realmente sos la mejor, nadie puede superar lo armonioso y sorprendente de tu obra lírica, enamoras todos los sentidos cada vez que cantas, y en especial los de él que permanece espectante detrás del telón. Cantas los últimos versos de la canción, con mayor fuerza y volcando en ellos todos tus sentimientos, emanas las ultimas palabras de la canción: ...soy dichosa porque me quieres también!
Aun anonadados, todos se paran de pie cuando suena la ultima tecla del piano y aplauden con ganas, mientras tanto vos te quitas la venda de los ojos para mirar la cara de él. Esta llorando, su cara expresa una inmensa emoción que derrite tu cara de gracia y caes en medio del escenario llorando. Rapidamente corre hacia vos, te toma entre sus brazos, levanta tu mejilla y dice: Soy dichoso porque me quieres también. Te besa, la ovación del publico es de una magnitud imposible de prever por los demás concursantes.

1 comentario:

Anónimo dijo...

simplemente hermoso. Me encantó. No se como hiciste pero creo q captaste muy bien esos segundos magicos antes de salir a demostrar lo tuyo, me senti muy reflejado.
Me gusto mucho la idea de la venda, te la robaria, jajaja.
De verdad me gusto mucho y me inspiro leerlo, me dan ganas de tocar y sentir ese placer de cuando todo sale bien y es armonia, dentro de esa autoexigencia y perfeccionismo utopico q poseo o me caracteriza tmb encuentro gran placer y esa es la manera en la q me inspiro tu historia.
Gracias.
Te amo.
J.