miércoles, 3 de febrero de 2010

Culpa

Cuando pensé que mi trauma estaba finalmente muerto, los fantasmas del pasados vuelven a atacar. Soy como ese adicto que entra en rehabilitación y sale para volver a caer en los brazos de su propia desgracia, ese adicto que nunca aprende. Pensé, de manera incrédula, que "el tiempo lo curaba todo", sumergida en esa fantasía viví con tranquilidad y orden hasta el día en que sentí que volvía a recaer en la tormenta. Ultimamente parece que siempre vuelvo a recaer.
Con el cuerpo cansado, sin ánimos de respirar, inhalo lo poco que queda de mi para desaparecer de todo lo que sea comestible. Huyo, me escondo, camino horas y horas buscando donde refugiarme de lo que yo pienso que no me hace bien, porque eso hace un adicto cuando quiere resistirse a la tentación. Sin embargo, de alguna manera u otra, la tentación se apodera de tu mente y el impulso mismo de consumir te convierte en el monstruo más horrible del pantano, aquel que nadie se atreve a ver. Perdes tu mente, solo existe el efecto y la respuesta.
Entonces empieza la culpa. Esa culpa que te come la cabeza, el estomago, todo lo que forma el cuerpo a merced del dolor, la desesperación. Te detenes exactamente donde el vicio quiere que lo hagas, ya no sos dueño de vos; a lo sumo para sumergirte aun más en la caricia ingrata del sufrimiento que te brinda él consumir. Lo peor es que la culpa no es el mal, vos te convertís en tu propia muerte al aceptar el pacto vitalicio con la sin razón de tu mente, al aceptar un contrato esclavizante que solo conduce a la desgracia eterna. Yo tengo la culpa- dice quien logro ser atrapado por la tentación, todos los que vivimos pensando en que nos damos el gusto de probar la "fruta prohibida", terminamos formando en nuestro subconsciente la ecuación que yo es igual a culpa.
Pecadora, eso es lo que soy. Sin siquiera ser lo suficiente hábil para destruirme, ante mi ser narcisista siento que estoy pecando cada vez que me acerco a la comida, a los objetos cortantes; en general, a todo lo que alguna vez me hizo mal. Pero no soy perfecta, pierdo mi consciencia al tratar de ser otra persona, alguien que yo crea que es mejor. Por ese motivo recaigo una y otra vez al mismo demonio, porque algo malo me sucede cada vez que me observo al espejo, cada vez que alguien dice un comentario acerca de como me veo. Carezco completamente de seguridad, de confianza, de belleza, de amor propio, por el simple hecho de que nunca puedo ver cuando estoy bien.

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