lunes, 8 de agosto de 2011

Bar italiano

Música de fondo.

Un cigarrillo en mano.

Una copa de vino en la otra.

Pensamientos nublan su mirada.

Empieza el relato:
Vos tendrías que haberla visto, pibe. Parecía una ragazza salida de las mejores revistas de modas francesas, sus curvas bien marcadas por el vestido de seda que yo le había comprado (remarca fuertemente con su voz esas palabras) eran como el de una diosa griega, besar sus labios carnosos resaltados por el barniz rojo era un deleite total y sus mejillas lleno de esos polvos que tanto le gustan a las mujeres la hacían molto bellisima. ¡Una verdadera pinturita!
Yo tenía ese mujeron conmigo a mi lado (suelta el vaso y el cigarrillo en el cenicero para sacar de su billetera una foto y la muestra), pero viste como es la vita un día las cosas andan molto bene y al otro el diablo te mete la mano en el culo y te saca lo que más quere. A mi esta puta vita me arranco a la mujer más preciosa de esta terra y la llevo al cielo a dormir con los ángeles.
Por eso, ahora me vivo en los bares tomando alguna que otra copita de ginebra para traerla un ratito a mis ojos y verla bailar. Mira... -señala con un dedo el escenario vacío, levanta su copa y empieza a bailar al compás del bandoneón.
María io ti voglio bene e mi manchi tanto -susurra por lo bajo sin que ninguno de los espectadores se den cuenta.

Luz tenue.

Las sillas levantadas sobre las mesas.

Vacío.

1 comentario:

Anónimo dijo...

me gustó (muy cortazariano)