sábado, 23 de enero de 2010

I could have told you that.

El interés por decir la verdad, a veces, afecta de manera negativa en las personas. La catarsis, que sale profundamente de los confines del ser humano no siempre asegura salvación; de hecho confiere un mundo de dudas y de incertidumbres respecto de quien lo dijo, ahora, todo parece una incógnita gigante. Un nuevo mapa surrealista se abre después de tanta información, si es que se puede llamar nueva información porque quizás el que escucha ya sabe anticipadamente lo que el otro va a decir, pero por miedo a oír lo que no quería calla. Entonces, ¿quien miente o quien calla? Al querer comprobar la verdad se puede derivar en una falacia, como un disfraz que oculta la figura.
Sin recaer en el silencio absoluto, el hombre tiene la habilidad de elegir entre dos o más objetos; con lo cual cabe la posibilidad de elegir entre lo que se quiere decir, entre lo que se quiere ocultar y entre la mentira. Además, teniendo un concepto claro de lo que es cada valor la decisión final puede ser más satisfactoria. Por eso, en mi humilde posición considero que mentir es cuando la otra persona te pregunta y uno responde con una respuesta distinta a la verdadera, por lo tanto callar no es mentir. Callar es cuando uno no dice algo. Se puede callar para no herir a la otra persona o simplemente porque no cree necesario decir algo que no es pertinente a la situación. Es todo una cuestión de evaluación de valores, en donde los sentimientos son expuestos como una variable imprescindible para llegar al resultado. Por lo tanto la verdad es lo que uno cree que al otro le convenir escuchar, dando una probabilidad de un cincuenta porciento de que lo que dijo sea verdad o sea mentira.
Yo prefiero callar antes que mentir o decir una verdad innecesaria.

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