jueves, 24 de marzo de 2011

Libro

Hoy me dormí la siesta llorando. Anteriormente había estado leyendo Los ojos del perro siberiano y el final me conmovió totalmente. Por momentos el libro me hizo acordar a mi hermano, la manera en que siempre que me ocurre algo me da consejos de vida y yo me quedo pensando por días en su fraseo. Por otros me hizo pensar en mi papá y en como su posición de antítesis en mi vida afecta por sobre manera mi actuar. Sigo siendo como el niño del libro, aún tengo que rebelarme para poder ser yo y aún tengo que escuchar de los "grandes" sus sabías palabras. ¿Por qué?
Porque no tengo las malditas fuerzas que se necesitan para imponerme, porque parece que sigo teniendo el diablo metido en mi cabeza y siento que me va a quemar tanto que voy a morir. Porque soy una cobarde que no se anima a salir de su caparazón. Porque soy una inútil como adulta, no sirvo para tener mi edad en ningún momento. Y me quejo, me quejo y me quejo tanto, pero no hago nada. Tengo arraigadas en mi cabeza ciertas figuras, tal como los niños que tienen pesadillas, tengo miedo. ¿Puedo decirlo?
Hay que enfrentar la vida es lo que saqué de conclusión del libro. Por eso lloré tanto, porque yo soy de los que pertenecen al mundo de los dormidos y esperan vivir en el letargo sin luchar.

No hay comentarios: