ÉL:

Voy a contarles acerca de un acontecimiento que me ocurrió hace unos años, del cual estoy muy orgullosa.
Un día mientras estaba mirando vidrieras para comprarle a mi novio un regalo para su cumpleaños, me encontré con esa figura que atrapo mis sentidos. Al verlo me paralice, nunca había visto algo igual. Nunca algo o alguien tan hermoso me había cautivado la mirada de esa manera. Con su formas y su presentación me invito, hizo que yo fuera de él por un instante. Pero me negué a su invitación, no fui hacia él, solo me le quede mirando anonadada. Corrí, me aleje de él y me dije: no te preocupes, voy a volver. Así fue, como a partir de ese día no dejaba de pensar en él, hablaba, soñaba y lo deseaba con ganas. Casi todo el mundo sabia de él, pero no decían nada, solo se me quedaban mirando por lo emocionada que estaba. Había sido amor a primera vista, algo que no siempre sucede. Por un momento me sentí culpable, mi corazón estaba dividido en dos, gritaba por mi novio y gemía por él. ¿Era eso posible? No lo entendía. Me sedujo y yo me deje, quería sentirlo en mi piel, quería ver como era estar a su lado, quería sentir realmente todo lo que me producía. Hasta que no pude más y decidí ir a buscarlo. Estaba nerviosa, no sabia que esperar, como me vería, de que manera iba a hacer de mi una reina. Cuando lo vi sucedió lo mismo, me quede mirándolo maravillada, como si nadie a mi alrededor existiera excepto él y yo. Me esperaba, él sabia que lo iría a buscar. Y cuando me abrazo, todo en mi cambio, me sentí mujer por primera vez, era todo lo que yo deseaba. Sos mio!-le dije y sin esperar respuesta lo compre, compre el encantador vestido que tanto me gustaba, un sábado de agosto.