viernes, 3 de septiembre de 2010

¿En qué momento se derrumbo todo?

Ultimamente mi cabeza parece tratar de recordar todo. Sin impedirlo me dirijo a cada recuerdo como aquella guerrera que no le teme a nada: me armo de valor, corro el flequillo que tapa mi mirada de coraje, me aproximo lentamente hacia el lugar, sudo y las gotas de sudor pretenden ser lágrimas. Pero, a medida que avanzo me doy cuenta que en verdad estoy llorando y esa pose de guerrera se transforma en la de una indefensa niña que no sabe hacia donde huir. Tiemblo, mi vista se nubla, quiero correr pero mis piernas están atadas, lloro y mi boca emana un estruendo que paraliza completamente mi llanto. Ya estoy inmersa en el caos.
Desgarrada, parezco esa secuestrada que pide clemencia. Por favor- grito una y otra vez- dejenme en paz. No sé que hacer, no sé en que momento se derrumbo todo, no sé si quiero morir de está manera, con los ojos vendados y las manos atadas. Sin embargo, mi cuerpo a medida que pasan los días parece estar más deteriorado: no estoy comiendo bien, mis labios están hinchados y duros, siento más que antes los golpes que me dio la vida y creo (si lo creo) me estoy volviendo más loca y enfermando rápidamente. Me encontraron desprevenida y mis defensas están bajas. Todo en mi es malestar.
Necesito a alguien para hablar, a cada minuto que pasa me siento cada vez más sola. No hay nadie, estoy sola en este combate con mi memoria. Entonces, con mis últimas bocanadas de aire digo ¡me rindo! Y todo se presenta ante mí como una película muda, en la que no hay diálogos, en la que solo la imagen vale más que mil palabras. Calmada, dejandome llevar por cada toma, cada escena siento mi corazón más ligero como una pluma meciendose en plena brisa. Todo me parece tan familiar, tan antiguo, tan cercano, tan agridulce, tan emocionalmente difícil. No soy tan fuerte como para rendirme sin salir lastimada. Me siento tan mal, pero el show debe continuar.
Shokeada observo el film, los recuerdos cada vez son más nítidos y puedo describirlos con claridad incluyendo los diálogos que le faltan. En todas aparezco yo, en todas apareces vos. Y es en ese instante que me doy cuenta que vos sos quien me rapto, quien me quito la vida. Mi verdugo: vos, tus palabras, tus regalos, tus fotos, tus canciones, tus recuerdos, tu aroma, tu ser. Sin alma me quede, por estar enredada en vos. Enferma, es mi condición actual. Diagnóstico: obsesiva de los recuerdos.

No hay comentarios: