miércoles, 15 de septiembre de 2010

I sleep alone.

Una vez conocí un hombre que cantaba canciones de rock. Su andar era bastante particular, su rostro era original, su ropa reflejaba personalidad y su voz algo desprolija, cada vez que cantaba cambiaba y era totalmente diferente a lo normal. Te invitaba a escucharlo, calmada pronunciaba cada verso con miedo y aun así era encantador presenciar su acto. Hechizada me acerqué a hablarle. Cuando giró y mis ojos hicieron contacto con él sentí que al mirarme su ser penetraba mi mente. Su mirada envolvía la situación, cada minuto que pasaba parecían crear distintas historias sin tener que pronunciar ni un solo vocablo.
Nunca supe cuanto tiempo paso hasta que empezó a hablar. Al principio balbuceaba, pero cuando entro en confianza respondió a cada pregunta como si fuera un filosófo graduado en Grecia. Este hombre infundía respeto. Sin embargo al hablarle de amor todas las respuestas no parecían tener ningún contenido sentimental, en cambio su rostro emanaba extrema emotividad. De hecho lo único que recuerdo de aquella conversión fue el comentario menos cargado de intelecto. Me dijo que recorría los telos de capital en busca de cariño, que jamás utilizaba su cama para aquellos impulsos sexuales, porque guardaba el olor de la mujer que había dejado escapar.
Anonadada lo deje hablando solo. Caminé hasta la estación de tren, me senté del lado de la ventana en el único vagón que estaba completamente vacío y me puse a llorar.

No hay comentarios: